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Acto Fundacional

 

   Construimos una escuela sin techo ni curricula fija, y de cierto modo nos convertimos en la coprodución de un amor libre. Creemos en lo nómade de nuestra existencia como motor para la erupción de nuevas ideas y modos de pensar. Reflexionamos sobre la estructura sellada y acartonada. Le damos un baile a los conocimientos y nos reírnos de todo; porque aprender también es un momento de felicidad y crecimiento.

 

   Aquí, en el universo móvil, festejar es el momento para relajarnos y darnos a conocer. Así, por medio de las fuerzas de la primavera el veinticinco de octubre de dos mil doce nos reunimos para realizar nuestro acto fundacional. Invitamos a nuestros amigos a brindar y repartimos fanzines donde todos pudieran conocer para dónde es que se mueve este remolino.

 

  Luego,

            una bandera de Sub Escuela colgada en la ventana,

            un moño de cinta roja,

            un statement que dialoga sobre nuestros principios

            y una cantidad de personas con posibilidades de fluctuar en el tiempo.

  

Adentro, en el espacio circundante de la habitación una joya: nuestra piedra basal. La misma está compuesta por un texto de Metronome que sintetiza algunos de nuestros ideales. Enterramos en una maceta la raíz que sentó las bases de un nuevo organismo inspirado en la horizontalidad, el trabajo conjunto y las reglas mutables.

 

   De momento alguien desata una cinta roja a modo de rito inaugural. Un proyecto flota en el aire y no precisa, necesariamente, de nuestros pies en la tierra para componerse como estable, más bien se libera como un pájaro maravillado con las delicias del Paraná. Porque una escuela es, además, afirmar la posibilidad de hacer flexibles nuestras alas. 

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